Las operaciones corporativas están de moda, constantemente la prensa nos sorprende con nuevas y mayores operaciones.
Incluso las pequeñas empresas se han apuntado al carro.
Sin embargo, los fracasos también están a la orden del día.
¿Debemos crecer sólo de forma orgánica y descartar operaciones corporativas?
Indudablemente No. Los mercados avanzan tan rápido y de forma tan desestructurada, que si no somos capaces de incorporar nuevos recursos y competencias no podremos responder a las cambiantes necesidades del mercado.
¿Qué hacer?
Planificar concienzudamente la operación, ejecutar con mano firme pero generosa y finalmente dar tiempo a la organización para que asimile los cambios.