Cuando la empresa nace y se desarrolla la figura del empresario-fundador es suficiente para atender las necesidades del crecimiento.
Cuando alcanzan entre cuarenta y ochenta empleados las empresas se estancan: El empresario tiene una sensación de que ha perdido la energía de los primeros años.
Se impone la entrada de consejeros independientes, en los que pueda apoyarse el empresario para relanzar el negocio con objetivos más ambiciosos.